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Colectivo interdisciplinario interesado en compartir información sobre: Agroecología, Economía Solidaria, Bioarquitectura, Biourbanismo, Cosmovisión Andina Ecuatorial y temas de Salud Alternativa

martes, 15 de noviembre de 2011

« TIEMPO DE LOS RUNAS»/ « TIEMPO DE LOS DIOSES»

Pachakutik una cosmogonía andina de cambio social
Por Diego Velasco Andrade

Las sociedades humanas han buscado describir los cambios climáticos cíclicos que las han afectado periódicamente, condicionando así su reproducción social. Los calendarios “astrológicos”, los calendarios agrícolas y los anuales de carácter ritual, con las festividades asociadas a ellos, -en su simbiosis, variedad y diversidad actual-, constituyen algunas de las respuestas a esta experiencia fundamental de permanencia contemporánea de las culturas primordiales, en especial de las andinas, a pesar de los embates de la mitología judeo-cristiana, llamada eufemísticamente “occidental”.


En este texto, hablaremos de la visión andina ancestral del tiempo a dos niveles: sobre el tiempo de “corto plazo”, es decir del tiempo “tiempo de los runas” o de los seres humanos, condicionado por los movimientos anuales y fundamentales del planeta Tierra alrededor del sol (rotación y traslación) y, en segundo lugar del “tiempo a largo plazo”, del tiempo mítico, es decir del tiempo cosmogónico o “tiempo sagrado”, de las eras o “edades” de las civilizaciones.


El tiempo como cosmología

"El movimiento del universo es no solamente de rotación pero también de alternancia y de oposición de contrarios ; frío al norte, caliente al sur, juventud al este vejez al oeste, de suerte que las partes del universo responden a cualidades al mismo tiempo que a situaciones, a partir de ese punto la clave del universo deviene en manos del hombre”

Leroi-Gourhan
La mémoire et le rythme




Para los pueblos ancestrales, el cielo revela la trascendencia, lo inaccesible, la eternidad y la regularidad de los ciclos cósmicos o incluso la oposición y la complementariedad entre los mundos: “humano y divino”, “norte y sur”, “frío o cálido”, “sagrado o profano”, “del norte y del sur”. No obstante, para los pueblos primordiales, el tiempo de los seres humanos y el de los dioses, no puede jamás constituir algo “homogéneo” o “lineal”, sino más bien un continum en cíclico movimiento.

En efecto, la duración temporal cotidiana y ordinaria que utilizamos actualmente para guiarnos en el tiempo o para sentir el paso del tiempo en nosotros o, la posibilidad de registrarlo en “horas” o en “minutos”, como lo hacemos ahora, no tiene ninguna relación con « el tiempo mítico primordial ». Si hay intervalos para un “tiempo sagrado”, es decir para un tiempo de fiestas periódicas trascendentes y de otra parte para un “tiempo profano”: aquel de la duración temporal ordinaria en la cual se inscriben los actos desprovistos de significación, y que solamente se vuelve significante gracias a la conciencia de un logos en el tiempo cíclico del cosmos (Cosmología).

Para Mircea Eliade (Le Sacré et le Profane, 1965), el tiempo sagrado es por su naturaleza misma reversible; es un tiempo primordial actualizado permanentemente a través de los mitos y de los ritos. Así, toda fiesta religiosa, todo tiempo cósmico consiste en la re-actualización de un evento que ha tenido lugar en un “tiempo sin tiempo”; es decir, en un tiempo mítico primordial. De esta manera, el tiempo sagrado deviene una suerte de combustión primaria y de purificación ritual de los pueblos ancestrales, representando “el eterno retorno” al “principio de los tiempos”, o a la instauración de un orden atemporal: aquel del Cosmos en el Caos, es decir de la destrucción y del renacimiento cíclico y periódico de todas las civilizaciones.

Según el mismo Eliade, para las sociedades de tradición milenaria, participar “religiosamente” en una fiesta implicaba salir de la duración temporal y ordinaria de los seres humanos, para reintegrarse al tiempo mítico de sus ancestros y de las divinidades; un tiempo re-actualizado tanto por la fiesta misma, que por las ceremonias y los ritos concomitantes. En esta dirección, para las culturas andinas en tanto culturas ancestrales, contar con un calendario agrícola y ritual para celebrar sus fiestas, constituye la prueba de la certeza de sus conocimientos astronómicos y la capacidad de re-actualizar el tiempo cíclico sagrado, permitiéndoles la restauración del tiempo primordial, en su tiempo espacio cotidiano de reproducción social y cultural.

De otra parte, la celebración anual de fiestas periódicas les permitía a los andinos el “religare” del tiempo a corto plazo o tiempo de los seres humanos, -representado por el día y por la noche-, con el “tiempo sagrado” o “tiempo de los dioses”, es decir con el tiempo a largo plazo, aquel de las Eras o de las Edades cíclicas calculadas por cada civilización en base a parámetros astronómicos y registradas en sus macro y micro calendarios y, luego cifrado de manera poética y simbólica en sus mitos y cosmogonías.